¿Por que el Hombre Moderno es tan Debil e Impotente? - Carl Jung

¿Por que sientes que no tienes el control de tu vida?

2/6/202512 min read

Muchos creen que la división social más importante en Occidente hoy en día es entre la izquierda y la derecha política. Gran parte del discurso en los medios corporativos e independientes gira en torno a esta batalla, y muchos creen que su resultado tendrá ramificaciones existenciales para el futuro de Occidente.

Pero, ¿este conflicto político está actuando como una distracción de la verdadera división que moldea una sociedad, que es la antigua división entre los gobernantes y los gobernados? En este video argumentamos que la disparidad de poder entre la clase dominante y la ciudadanía ha alcanzado niveles tan patológicos que está surgiendo una forma de esclavitud.

Esta esclavitud está impulsada por una clase dominante que sufre una condición patológica que Carl Jung llamó inflación psicológica, y una ciudadanía que se ha vuelto demasiado débil e impotente para resistir la creciente toma de control corporativa y estatal de casi todos los aspectos de la vida.

“... la impotencia y la debilidad son la eterna experiencia y el eterno problema de la humanidad”

Carl Jung, Obras Completas, vol 9

Susan Fiske estudió mucho este tema y descubrió que todos necesitamos cinco cosas importantes para sentirnos bien y felices en la vida. Estas cosas son como necesidades básicas para nosotros:

  1. Necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo, que somos parte de algo, como una familia, amigos o comunidad.

  2. Necesitamos entendernos a nosotros mismos, saber quiénes somos, cómo somos y también entender a los demás y cómo funciona el mundo.

  3. Necesitamos sentirnos bien con nosotros mismos, tener una buena imagen de nosotros, estar orgullosos de quiénes somos.

  4. Necesitamos confiar en los demás, poder confiar en la gente que nos rodea y en las cosas que hacen los gobiernos y las organizaciones.

  5. Necesitamos tener control sobre nuestras vidas, poder decidir qué queremos hacer, sentirnos capaces de hacer las cosas y tener la libertad de tomar nuestras propias decisiones.

Para poder tener estas cinco cosas, necesitamos tener algo de poder. Pero, ¿qué es el poder? No se trata solo de mandar a otros, sino también de poder hacer que las cosas que queremos que pasen, pasen en nuestra vida.

Bertrand Russell dijo que el poder es "hacer que las cosas sucedan como queremos". Entonces, el poder nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos, a alcanzar nuestras metas y a tener una vida mejor. Y como en todas las relaciones humanas, siempre hay algo de poder, si no lo tenemos, se hace más difícil tener relaciones sanas.

Frederick Douglass, que fue un esclavo que escapó y se convirtió en un líder que luchaba por los derechos de la gente, decía que lo que hace diferente a un esclavo de una persona libre es cuánto poder tiene cada uno. En su libro "Mi Esclavitud y Mi Libertad", Douglass dijo que un esclavo es alguien que "no tiene ningún poder para decidir su propio destino".

El También decía que a nadie le gusta sentirse impotente, que no puede hacer nada. Al contrario, Nos sentimos atraídos por la gente que tiene poder, que puede hacer cosas. Y si no estamos rotos por dentro, si no hemos perdido la esperanza, todos queremos tener algo de poder en nuestra propia vida. Como dijo Douglass:

“Un hombre sin fuerza está sin la dignidad esencial de la humanidad. La naturaleza humana está constituida de tal manera que no puede honrar a un hombre indefenso, aunque si puede compadecerlo; pero incluso eso no puede hacerlo por mucho tiempo, si no surgen signos de poder”.

Frederick Douglass, Mi Esclavitud y Mi Libertad

Una sociedad libre, donde todos puedan decidir su destino, debería dar a las personas la chance de ganar el poder que necesitan para tener una buena vida, sentirse bien y tener relaciones sanas con otros. Pero, en realidad, la mayoría de las sociedades en la historia solo han dado esa oportunidad a algunas personas, como los que son de cierta clase social, raza o etnia. La esclavitud, por ejemplo, hizo que millones de nuestros antepasados fueran como robots, que no tenían poder y solo hacían lo que sus amos querían.

“La esclavitud ha existido desde antes del amanecer de la historia humana hasta el siglo XX, en las sociedades humanas más primitivas y en las más civilizadas. No hay región en la tierra que en algún momento no haya albergado esta institución. Probablemente no haya ningún grupo de personas cuyos antepasados no fueran en algún momento esclavos o esclavistas”.

Orlando Patterson, Slavery and Social Death

En los países occidentales, ya no tenemos la esclavitud como antes, donde una persona era literlamente propiedad de otra. Pero estamos cayendo en una nueva forma de esclavitud, que podríamos llamar "esclavitud estatal". Esto pasa cuando el gobierno toma el control total de nuestras vidas y no nos deja decidir cómo vivir.

En esta "esclavitud estatal", el gobierno nos dice a dónde podemos ir, nos espía todo el tiempo, no podemos decir lo que pensamos, no nos dejan quejarnos, y nos quitan nuestro dinero a través de impuestos o de otras formas. El gobierno se hace más grande y poderoso, y nosotros nos volvemos como esclavos, sin ningún poder.

Durante la crisis sanitaria del 2020, muchos gobiernos occidentales empezaron a tomar este tipo de control. Aunque ahora muchas de esas restricciones ya no están, el poder del gobierno sigue creciendo, y la gente común se está quedando con menos poder. Esto hace que sea más probable que esta "esclavitud estatal" vuelva a aparecer, pero esta vez de forma más permanente. Es como si estuviéramos retrocediendo, a una situación donde el gobierno tiene todo el poder y nosotros casi ninguno.

Carl Jung, un psicólogo muy famoso, dijo que una de las cosas que hace que los gobiernos autoritarios tomen el poder es que los que mandan empiezan a creerse más de lo que son. Es como si su personalidad o su ego se hiciera demasiado grande, más allá de lo normal.

Jung lo llamó "inflación psicológica". Esto pasa cuando alguien se cree dueño de cosas que no le pertenecen. su ego se apropia de algo que no es suyo.

Una persona con "inflación psicológica" se imagina que es mejor, más fuerte, más inteligente o más poderoso de lo que realmente es. Es como si vivieran en una fantasía donde se ven a sí mismos como súper importantes.

“Un ejemplo muy común de inflación psicológica es la forma carente de humor en que muchos hombres se identifican con su negocio o sus títulos”.

Carl Jung, Dos Ensayos Sobre Psicología Analítica

En el mundo de la política, las grandes empresas y los militares, donde están los que tienen el poder, es muy común que la gente se identifique con su título. Por ejemplo, si eres el jefe de una gran empresa, el presidente de un país, o un general del ejército, el título te da mucho poder.

Pero ese poder no viene de la persona en si, sino del cargo que ocupa y de las instituciones que lo apoyan. Es como si el título fuera una máscara que les da poder.

El problema es que a veces la persona que ocupa ese cargo se cree que el poder está en ellos mismos, y no en el cargo. Se confunden y creen que son súper importantes, cuando en realidad su poder viene de la institución o del cargo que ocupan. Y como dijo Jung:

“El cargo que ocupo es ciertamente mi actividad especial; pero también es un factor colectivo que ha surgido históricamente a través de la cooperación de muchas personas y la dignidad de mi cargo se basa únicamente en la aprobación colectiva.

Por lo tanto, cuando me identifico con mi cargo o mi título, me comporto como si yo mismo fuera todo el complejo de factores sociales de los que consta ese cargo, o como si no fuera solo el portador del cargo, sino también y al mismo tiempo yo fuera la aprobación de la sociedad. He hecho una extensión extraordinaria de mí mismo y he usurpado cualidades que no están en mí sino fuera de mí...”.

Carl Jung, Dos Ensayos Sobre Psicología Analítica

Cuando los que tienen el poder se creen el cuento de que ellos son el poder del estado, es cuando empieza la "inflación psicológica". su personalidad se expande demasiado, más allá de lo normal, se hinchan. Jung decía que esta gente vive con la idea que tenía el rey Luis XIV que decía: "yo soy el estado, el estado soy yo”

Y cuanto más se hinchan con esta idea de que son súper importantes, más sufren de lo que Jung llamaba "Omnipotencia Divina". Empiezan a creer que lo pueden todo, que están por encima de la ley, que las reglas de la moral no son para ellos, y poco a poco pierden la conexión con la realidad. O como decía Jung:

“La ‘Omnipotencia Divina’ no hace al hombre divino, simplemente lo llena de arrogancia y despierta todo lo malo en él. Produce una caricatura diabólica del hombre, y esta máscara inhumana es tan insoportable, una tortura tan grande de llevar, que empieza a torturar a los demás”.

Carl Jung, Después de la Catástrofe

Y Para seguir creyendo que son omnipotentes, los que tienen el poder esconden sus debilidades y cosas malas que no les gustan de sí mismos. Esa máscara que se ponen, les ayuda a negar todo lo malo que tienen.

Y según la forma en que funciona la naturaleza humana, lo que escondemos en nosotros mismos, lo terminamos viendo en otras personas. Esto se llama "proyección". La proyección es como echarle la culpa a otros de los defectos que nosotros tenemos. Es una forma de defendernos de lo que no nos gusta de nosotros mismos.

Generalmente, proyectamos nuestros defectos en personas que tienen algo parecido a esos defectos que nosotros negamos tener. Es como si los demás fueran nuestro espejo, los vemos y odiamos lo que vemos, porque ahí vemos nuestras propias sombras.

"la atribución errónea de las cualidades inconscientes de un individuo... al entorno o a otro individuo o grupo, estas proyecciones sirven como mecanismos de defensa que ayudan a un individuo o grupo a evitar enfrentar los contenidos incompatibles y perturbadores de la psique".

Volodymyr Walter Odajnyk, Jung and Politics

O como explica Jung:

“No es que estos otros [las víctimas de la proyección] estén totalmente exentos de culpa, porque incluso la peor proyección se cuelga al menos de un gancho, tal vez uno muy pequeño, pero aún así un gancho ofrecido por la otra persona”.

Carl Jung, Sobre la Energética del Alma

Y Las personas que sufren las proyecciones de los que tienen el poder suelen ser la gente común, sobre la que gobiernan. Esto pasa porque, en realidad, todos tenemos debilidades y defectos, y los que tienen el poder ven en la gente común esas mismas cosas que ellos niegan tener.

Esta forma de proyectar sus defectos en otros es lo que hace que la clase dominante se sienta superior a la gente común. Porque cuando culpamos a otros de nuestros propios defectos, es inevitable que los veamos como inferiores.

A lo largo de la historia, ha habido muchas personas con poder que se creían superiores y justificaban su abuso de poder diciendo que era por el bien de los demás. Por ejemplo, los dueños de esclavos en el sur de Estados Unidos, según escribió Orlando Patterson:

“…casi todos los amos creían genuinamente que se preocupaban y mantenían a sus esclavos y que eran los esclavos quienes, en palabras de un ex propietario de esclavos del sur, habían ‘sido criados para depender de otros’”.

Orlando Patterson, Slavery and Social Death

Pero lo que hace que la "inflación psicológica" de los que mandan sea aún más peligrosa, es que la mayoría de la gente común hoy en día está sufriendo de lo contrario: una "deflación psicológica".

La "deflación psicológica" es como si la personalidad se encogiera. Es cuando una persona pierde contacto con sus talentos, habilidades y con todo lo que la hace única y especial. Es como si se olvidara de sí mismo.

En la sociedad, La "deflación psicológica" pasa igual que la "inflación psicológica": una persona se identifica demasiado con un rol en la sociedad y ese rol es muy limitado y no deja que su personalidad se desarrolle. Odajnyk, pone un ejemplo de esto:

“…los miembros de las clases “paria” o bajas, o los miembros de grupos nacionales o raciales socialmente despreciados, con frecuencia se identifican personalmente con su estatus y roles socialmente definidos... El resultado... es la atrofia de la personalidad individual, que no logra desarrollarse más allá de los límites impuestos por el rol social”.

Volodymyr Walter Odajnyk, Jung and Politics

La "deflación psicológica" ya no es solo un problema de la gente de clase baja. Hoy en día, incluso si eres parte de cualquier clase en la sociedad, puedes estar sufriendo de esto. ¿Por qué? Porque para ser un miembro "normal" de la sociedad, tienes que dejar de lado muchas partes importantes de tu personalidad.

Si quieres ser un "buen ciudadano" en un mundo donde el gobierno controla cada vez más, tienes que ser obediente y sumiso. No puedes ser alguien poderoso y autosuficiente. Y cuanto más controla el gobierno tu vida, más impotente te vuelves y más se encoge tu personalidad. Es como si te quitaran tu fuerza y te obligaran a ser débil.

Así como la "inflación psicológica" lleva a la proyección, la "deflación psicológica" también. Pero en vez de proyectar nuestras debilidades, cuando nuestra personalidad se encoge, proyectamos las fortalezas que nuestro rol en la sociedad nos ha obligado a negar.

Por ejemplo, si nos desconectamos de nuestra necesidad de poder, esa necesidad no desaparece, se va a nuestro inconsciente y terminamos proyectándola en otros. ¿En quién proyectamos esa necesidad de poder? Pues en los líderes políticos fuertes, en los partidos políticos que tienen mucho poder, o en el estado, que es la institución más poderosa de todas. En un mundo donde el gobierno es tan fuerte, es fácil proyectar en él nuestra propia necesidad de poder.

O como explica Marie-Louise von Franz:

“…siempre ha existido una tendencia en los humanos a proyectar la singularidad y la grandeza de su propio ser interior en personalidades externas y convertirse en sus sirvientes, los sirvientes devotos, admiradores e imitadores de personalidades externas.

Es mucho más fácil admirar a una gran personalidad y convertirse en alumno o seguidor de un gurú o un profeta religioso, o un admirador de una gran personalidad oficial, o vivir tu vida para algún general militar a quien admiras. Eso es mucho más fácil que seguir tu propia estrella”.

Marie-Louise von Franz, El Camino del Sueño

Cuando proyectamos nuestra necesidad de poder en los que mandan, o en las instituciones o partidos políticos que ellos controlan, se crea un círculo vicioso muy peligroso.

Las personas que se sienten débiles (la mayoría de nosotros) proyectamos nuestro poder en la clase dominante, haciendo que ellos se vuelvan aún más poderosos. Y a la vez, la clase dominante, que se cree superior, nos proyecta a nosotros como débiles e incapaces de cuidarnos solos, que necesitamos que alguien nos gobierne y nos diga qué hacer.

Este círculo vicioso crea el camino perfecto para el control total del gobierno y llegar a la "esclavitud estatal". Es como si nosotros mismos estuviéramos construyendo nuestra propia cárcel, dándole cada vez más poder a los que mandan. Y como escribió Jung:

“La creciente dependencia del Estado no es en absoluto un síntoma saludable, significa que toda la nación está en camino de convertirse en un rebaño de ovejas, que depende constantemente de un pastor para que las lleve a buenos pastos. El bastón del pastor pronto se convierte en una barra de hierro, y los pastores se convierten en lobos”.

Carl Jung, Civilización en Transición

Entonces Para escapar de este peligroso círculo vicioso, la responsabilidad es nuestra, de la gente común. Los que mandan, los que están "inflados", nunca van a renunciar al poder por su propia cuenta. Como los dueños de esclavos de antes, se creen especiales y piensan que sin ellos, la gente se volvería loca y todo sería un caos.

Mucha gente en la sociedad está tan "desinflada", tan débil y con miedo, que hasta quieren que el gobierno los controle. Pero para aquellos que todavía no hemos perdido la esperanza, depende de nosotros hacer algo para evitar que nos convirtamos en esclavos del estado.

Una forma de empezar es reconocer que todos necesitamos tener algo de poder, sobre todo sobre nuestra propia vida. Si nos sentimos débiles, tenemos que trabajar para conseguir más poder. Esto significa por ejemplo empezar a aprender nuevas habilidades, fortalecer nuestro cuerpo, ponernos metas y trabajar para alcanzarlas, o fijarnos en personas que tienen poder y aprender de ellos.

Estas cosas nos ayudarán a combatir la "deflación psicológica". Y cuanta menos gente se sienta débil y desinflada en la sociedad, menos participaremos en ese círculo vicioso de culparnos mutuamente y darle más poder a los que ya tienen el poder.

Además de trabajar para tener más poder, también podemos quitarle poder a los que mandan usando el humor y el ridículo. El humor es como el punto débil de los tiranos, porque ellos quieren que les tengamos miedo y respeto, pero no que nos atrevamos a reírnos de ellos.

Cuando nos reímos de los que quieren controlarnos, rompemos su imagen de que son invencibles y mostramos que en realidad son simples personas con defectos, mezquinas y con malas intenciones. Para esto el internet tiene buenas herramientas, Podemos usar memes, sketches de comedia y sátira para mostrar lo absurdo de sus decisiones, sus contradicciones, su hipocresía y sus mentiras.

Además, el humor y el ridículo le quitan a la clase dominante su mayor arma: el miedo. Cuando nos reímos de los tiranos, mostramos que no les tenemos miedo, que no los admiramos y que no vamos a caer en su propaganda basada en el miedo. O como explica Joost Meerlo:

“Debemos aprender a tratar al demagogo y aspirante a dictador entre nosotros... con el arma del ridículo... El humor está, después de todo, relacionado con un sentido de perspectiva... Pongan las declaraciones del demagogo en perspectiva y verán lo absolutamente distorsionadas que son.

¿Cómo podemos tomarlas en serio o responderlas en serio?... El demagogo basa su eficacia en el hecho de que la gente se tomará en serio las acusaciones fantásticas que hace; discutirá los asuntos falsos que plantea como si tuvieran realidad, o se verá sumida en tal estado de pánico por sus acusaciones y cargos que simplemente abdicará de su derecho a pensar y verificar por sí misma...

En su defensa contra los ataques psicológicos a su libertad, el pueblo necesita ante todo humor y buen sentido”.

Joost Meerlo, El Asesinato de la Mente